A oscuras, me iluminas, te haces incandescente, y eres como una estrella fugaz, a la que no hay necesidad de pedirle deseos, pues en ese momento preciso, tú eres todo lo que quiero, eres todo lo que necesito. A oscuras, me recorres entero, y vas dejando al pasar, rastros de tu ternura iridiscente, en cada arista, en cada rincón, en cada borde, en cada coordenada, del firmamento entero de mi vida. A oscuras, te veo mejor, no preciso de luz, ni siquiera tener los ojos abiertos para verte en la penumbra en una suerte de claroscuro. Porque es a oscuras, que veo con prístina claridad el milagro de tu existencia. Pier Paolo Ballotti