A oscuras, me iluminas,
te haces incandescente,
y eres como una estrella fugaz,
a la que no hay necesidad
de pedirle deseos,
pues en ese momento preciso,
tú eres todo lo que quiero,
eres todo lo que necesito.
A oscuras, me recorres entero,
y vas dejando al pasar,
rastros de tu ternura iridiscente,
en cada arista,
en cada rincón,
en cada borde,
en cada coordenada,
del firmamento entero de mi vida.
A oscuras, te veo mejor,
no preciso de luz,
ni siquiera tener los ojos abiertos
para verte en la penumbra
en una suerte de claroscuro.
Porque es a oscuras,
que veo con prístina claridad
el milagro de tu existencia.
Pier Paolo Ballotti
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